Xanana Gusmão dice que no tiene la «capacidad» para unirse a los líderes timorenses orientales


DILI.- El líder histórico de Timor Oriental, Xanana Gusmão, dijo este fin de semana que no tenía la «capacidad» de acercarse a los líderes civiles y militares que desde este viernes gobiernan Timor-Leste, rechazando así una solicitud de diálogo hecha por el jefe de las Fuerzas Armadas.

Xanana Gusmão respondió irónicamente a una carta enviada por el comandante de las Fuerzas de Defensa de Timor-Leste (F-FDTL), Lere Anan Timur, a varios líderes en el país, incluido el actual presidente del Congreso Nacional de Reconstrucción de Timor Oriental (CNRT), Xanana Gusmão, quien identifica a Falintil como el «comandante en jefe», el brazo armado de la resistencia timorense.
En esta carta, obtenida por Lusa, Lere Anan Timur pidió a los líderes históricos del país «coraje» para ayudar a superar los desacuerdos, personales y partidistas o institucionales que están generando desilusión, desmotivación y «mucha preocupación», incluyendo entre los militares
Lere menciona una lista de «efectos negativos» en la población, donde «ha crecido un sentimiento de desilusión, desmotivación y mucha preocupación por el futuro».
En respuesta, en una carta a la que Lusa también tuvo acceso, Xanana Gusmão, irónico, dice que hizo un «esfuerzo para tratar de entender la carta de su excelencia, que mostró un pensamiento muy elevado». 
Y luego repitió las acusaciones que le hicieron varios partidos de que él y su partido en los años entre 2007 y 2016 cuando lideraron el gobierno, no sabían cómo gobernar, eran corruptos y tenían autonomistas en sus filas.
«Yo, en nombre de la CNRT, puedo decir que es cierto que de 2007 a 2016 no hubo desarrollo, solo hubo corrupción y muchos miembros del gobierno fueron arrestados ”, dijo.
«La gente vio que el desarrollo de Timor-Leste, solo comenzó en 2017, 2018, 2019 hasta 2020. En estos cuatro años en que todos los timorenses realmente sintieron el desarrollo», afirmando, refiriéndose, también con ironía, a los años de contracción económica y crisis política.
Buscando devaluar su propio papel en la lucha por la liberación, y recordando que le devolvió al Estado una medalla que le fue conferida por el país, Xanana Gusmão dice que él es el «segundo Suharto» de Timor, en referencia a una comparación realizada por el entonces Presidente de la República , Taur Matan Ruak, actual primer ministro.
«Humildemente te pido que no me llames comandante en jefe, para no avergonzar a las fuerzas de liberación nacional que enfrento, con el debido respeto … porque enviaron al enemigo a liberar Timor-Leste», escribe Xanana Gusmão.
“En nombre del partido CNRT, ‘quien no sabe gobernar y está lleno de autonomistas y corruptos’, debo reconocer y aplaudir el hecho real de que solo desde 2017 ha llegado el desarrollo, con el liderazgo de líderes inteligentes y miembros calificados de alto perfil del Gobierno que saben cómo gobernar este estado de derecho democrático «, dijo.
Por eso, explica: «Tiemblo ante personalidades con capacidad intelectual» de los actuales líderes del país.
«Así que creé un nuevo partido pequeño que es el CNRT para ser presidente del partido y poder robar dinero del estado democrático y me disculpo porque no tengo el nivel para acercarme a los otros líderes nacionales que el ex general mencionó en su carta» , escribe Xanana Gusmão. 
“Solo soy un estudiante de secundaria. Tengo que estar socialmente distante de estos médicos, porque tengo la cabeza vacía, no puedo acercarme a estos médicos muy inteligentes ”, concluye.

De la tragedia a una impensada democracia pujante 

Timor es una isla situada en el Océano Pacifico, si bien está a 500 Km de Australia se la incluye en el Sudeste Asiático. La isla está dividida en dos partes: una de ellas es territorio que pertenece a Indonesia –Timor Occidental- y la otra parte es un país llamado “Timor Oriental”.
Timor Oriental fue una colonia portuguesa desde 1515 hasta 1975. Ni más ni menos que 465 años. La influencia de la metrópoli se ve en que el portugués es una de las lenguas oficiales –la otra es el tetun– y en que el 90 % de la población profesa la religión católica. 
La historia de Timor Oriental está signada por una sucesión de hechos trágicos. El primer hito fue en la Segunda Guerra Mundial cuando la invasión japonesa ocasionó la destrucción de la isla y la muerte de casi el 15% de la población local, que había colaborado con las tropas aliadas, sobre todo, australianas.
Luego de la guerra, y a diferencia de otras potencias que por esos años comenzaron un proceso de descolonización, Portugal retomó el mando con mano dura. Recién en 1974, y tras la caída de la dictadura portuguesa, los partidos mayoritarios, la conservadora Unión Democrática Timorense (UDT) y el izquierdista Frente Revolucionario para un Timor Oriental Independiente (FRETILIN), se unieron para lograr la independencia. Sin embargo, entre conspiraciones y traiciones, el FRETILIN declaró la independencia unilateralmente. Pero, eso no duró demasiado.
Pocos días después, tropas de Indonesia invadieron territorio timorense. El argumento, de mucho peso en los años de la Guerra Fría, era que no permitirían un Estado comunista en sus fronteras. Más allá de los argumentos esgrimidos, existía un fuerte encono entre ambas poblaciones ya que Indonesia es un país de mayoría musulmana y Timor Oriental es católico. Aunque esto no impidió que sectores orientales también apoyaran la invasión indonesia, en especial los rivales del FRETILIN.
Las tropas indonesias comenzaron así una ocupación que duró 24 años y que sometió a Timor Oriental al régimen del dictador Suharto. Los números hablan por sí mismos: aproximadamente el 90% de los timorenses escaparon o fueron expulsados de sus hogares y reinstalados en otras partes de la isla y se calcula que cerca de 200.000 personas murieron como consecuencia directa e indirecta de la violencia del régimen.
La invasión indonesia fue rechazada por la ONU, y las denuncias internacionales por el delito de genocidio se extendieron hasta lograr que Carlos Felipe Ximenes Belo, obispo de Dili, capital de Timor, y José Ramos-Horta, portavoz de la resistencia de Timor en el exilio fueran elegidos como premio Nobel de la Paz del año 1996. En 1999, con la caída de Suharto, se reabrió el camino hacia la independencia.
La presión internacional logró que Indonesia realizara un referéndum donde más del 75% de los timorenses votaron por ser un país independiente. Sin embargo, eso no ocurrió y se desató una nueva ola de violencia de grupos militares y paramilitares indonesios. Miles fueron asesinados y una gran parte de la infraestructura del país, entre ella su capital, totalmente saqueada y destruida.
Las Naciones Unidas intervinieron con una fuerza militar que intentó recomponer el orden aun sufriendo decenas de bajas. Finalmente, en el 2002, la independencia de Timor Oriental fue reconocida por la comunidad internacional y se realizaron las primeras elecciones libres. Aun así la ONU permaneció hasta el año 2005 involucrada en el apoyo a la endeble gestión estatal.
El sistema de gobierno timorense es una rareza para la región, ya que es una república semi-presidencialista donde el presidente es elegido por el voto popular y luego el primer ministro, el verdadero mandamás, se elige por la mayoría de los 65 miembros de una única cámara legislativa.
De todos modos, como un sino trágico, en 2006 un intento de golpe de Estado de un sector militar terminó con atentados contra el presidente, el nóbel Ramos Horta quien fue gravemente herido y contra el Primer Ministro. Los hechos pusieron en evidencia la incapacidad del Estado de imponer algún tipo de orden interno, por lo cual la ONU debió regresar y permanecer hasta 2012. Comenzó, así, a hablarse de “Estado fallido”. 
Luego de todo lo ocurrido no es de extrañar que Timor Oriental sea uno de los países más pobres del mundo; es, además, uno de los que menos exporta con un volumen menor a los 15 millones de euros. Su economía se basa principalmente en una agricultura poco tecnificada cuyos principales productos son el café y el arroz, en la exportación de petróleo, gas natural y en un incipiente crecimiento del turismo.
Todos los indicadores muestran un estándar de vida bajísimo de la población, muy lejos de la media regional. La mitad de los niños tienen problemas en el crecimiento por desnutrición, el desarrollo urbano está apenas en sus inicios y la mayoría de los habitantes de zonas rurales no posee ningún acceso a educación, salud o agua potable. 
En el año 2002 la cantidad de médicos para toda la población no llegaba a las dos docenas. Hoy existe una escuela de medicina y más de 1000 profesionales atienden, aun en forma insuficiente y tecnológicamente precaria, la salud de la población. Al mismo tiempo, se empezaron a concretar proyectos de infraestructura.
Sin embargo, no todas son malas noticias. Se ha avanzado mucho en la consolidación de instituciones políticas que brinden un entorno estable y pacífico para superar la crítica situación. 
 Como explica Mariano Statello, miembro del Grupo de Estudios de Asia y América Latina de la Universidad de Buenos Aires y especialista en Indonesia y Timor Oriental, “el país fue superando la situación de división social y además hoy tiene un Estado que puede mantener el orden por sus propios medios sin depender de los cascos azules”.
Statello afirma que “desde el año 2011, el país trazó su plan de metas a seguir y, entre otros objetivos, apunta a mejorar la educación y promover el desarrollo técnico para no depender de la renta petrolera. Es un país que aún necesita apoyo del exterior, pero que, muy lejos está de ser un “Estado fallido” como se lo señaló en 2006”.
En estos años de reconstrucción, Timor ha generado un desarrollo institucional, sostuvo la democracia, la libertad de expresión, y ha garantizado la paz interna, además de normalizar su relación con Indonesia y avanzar en la delimitación de su frontera marítima con Australia mediante instituciones internacionales.
Según Freedom House, Timor es un país libre y en el Índice de Democracia de The Economist aparece como el país más democrático del Sudeste Asiático. Reporteros sin fronteras señaló que en Timor los medios de comunicación ejercen plenamente su función.
Timor Oriental es el país más joven de Asia. Es considerado, además, el primer Estado soberano nacido en el siglo XXI y es un laboratorio donde se apuesta a políticas públicas que, partiendo de una situación trágica, y en un largo plazo, favorezcan el desarrollo socioeconómico de la población sobre las bases de la consolidación de las instituciones democráticas para evitar que se repitan los hechos del pasado.

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