El embajador de Portugal en España aboga por caminar juntos para ganar más importancia a nivel internacional


MADRID.- Dos de los hobbies preferidos de João Mira-Gomes están relacionados con el deporte. El embajador de Portugal en España reconoce que le encanta jugar al tenis, donde se alzó incluso como campeón de su país en diversas modalidades, y por las carreras de coches clásicos. De hecho, posee un Lotus de 1964 y un Jaguar de 1956. Mira-Gomes llegó a Madrid justo antes de que se produjera la pandemia del coronavirus, en febrero del año pasado, y sus primeros meses han estado marcados por la gestión de la crisis. Este semestre su país preside la Unión Europea. Por eso lo entrevista El País.

Los lazos que unen al embajador Mira-Gomes (Lisboa, 61 años) con España vienen de lejos. Cuando era pequeño, viajó en muchas ocasiones por toda la geografía con su familia. Eso le permitió aprender el castellano de manera autodidacta y hacerse con un amplio vocabulario. “Me falta mejorarlo un poco”, afirma con algo de acento luso.

Licenciado en Derecho en la Universidad Católica de Lisboa, ingresó en la carrera diplomática hace 37 años. En esta dilatada trayectoria, le ha llevado a destinos tan dispares como Bruselas -donde ha estado en tres ocasiones, ante la OTAN y la Unión Europea-, Macao, París y Berlín. En Madrid recaló en febrero. “Lo que recuerdo de aquellas fechas es la normalidad con que se desarrollaba todo y eso que ya por ejemplo no saludábamos como lo hacía antes”, destaca el embajador.

Una de las últimas reuniones a las que asistió de manera presencial se desarrolló hacia el 10 de marzo en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, en el Palacio de Santa Cruz, donde mantuvo un encuentro con la ministra Arancha González Laya. Tres días después, se anunció el estado de alarma y el cierre de fronteras, entre otras medidas. “Toda la embajada y los consulados nos pusimos a trabajar ese mismo fin de semana porque había mucha gente que se podía quedar en el país, desde estudiantes de Erasmus a turistas en las Islas Canarias o trabajadores transfronterizos”, describe Mira-Gomes, desde su residencia oficial, en un palacete en pleno paseo de la Castellana.

Los empleados de la embajada hicieron una hoja de Excel y fueron metiendo a todas las personas que tenían dificultades. Se dieron casos curiosos como un artista callejero que se encontraba cerca de Valencia con una especie de remolque en el que llevaba todos sus utensilios. Tras muchas negociaciones, se le consiguió ubicar en un autocar que le llevaría de vuelta a Portugal. A la hora de subir, ese remolque no entraba en las bodegas del autobús. La solución fue lograr una autorización especial para que un familiar le fuera recoger. 

En otras ocasiones, el propio embajador ha tenido que llevar comida a una familia que se alojaba en un hotel de Madrid y que se quedó sin recursos. “Nos dimos cuenta de que no era una broma. El primer trabajo consistió en tener una idea de cuántas personas necesitaban una ayuda”, resume el diplomático.

“La imagen de Madrid vacía es difícil de olvidar. Esta ciudad es muy bonita, pero la que le da vida es la gente. Ver zonas como Castellana o Serrano completamente vacías es impresionante y muy triste. Era el ruido del silencio”, rememora el embajador. Mira-Gomes destaca también la unión que hubo en su país durante la pandemia y recuerda la frase de Rui Rio, presidente del conservador Partido Socialdemócrata (PSD), la primera fuerza política de la oposición en Portugal: “Nuestro enemigo común no es el gobierno, es el virus”. Durante la primera oleada de la pandemia, el país luso tuvo unos 2.000 muertos.

Mira-Gomes entregó sus cartas credenciales en el Palacio de la Zarzuela al rey Felipe VI en junio. Fue el primero en hacerlo con mascarilla y sin poder hacer el ceremonial en el Palacio Real, con las carrozas incluidas. “Es la nueva era diplomática con covid”, resume el embajador, que destaca que la legación en España es una de las más importantes para su país en el extranjero.

 “España es el primer socio comercial y el primer destino de las exportaciones portuguesas. A eso se une que la cooperación de ambos países genere una gran influencia en organismos internacionales”, añade el embajador. De ahí, que tengan objetivos comunes como toda la América Latina y África, por su cercanía.

El diplomático cree que la percepción de su país en España ha cambiado en los últimos años y ha dejado de ser el hermano pobre de la península ibérica. “Somos más pequeños pero tenemos una economía, una historia y una cultura muy similares. Además, tenemos una proyección internacional que se difunde a nivel internacional. La entrada en la Unión Europea supuso el gran cambio”, añade. Ahora espera que se pueda recuperar la normalidad y viajar a otras regiones para conocerlas y hablar con sus respectivos presidentes.

La asignatura pendiente de construir el AVE

Una de las asignaturas pendientes entre España y Portugal es enlazarlas por tren de alta velocidad, lo que permitiría a los lusos llegar a toda Europa en esta modalidad ferroviaria. El embajador João Mira-Gomes destaca la importancia de este corredor y que en su país ya están trabajando para desarrollarlo. Eso sí, tendría una particularidad y es que primero se utilizaría para el transporte de mercancías y luego ya para pasajeros. De esta forma, las mercancías que entran por el puerto de Lisboa llegarían con mayor rapidez a España.

 “Está ya muy desarrollado, pero para nosotros la prioridad será unir primero las dos ciudades más importantes, como son Lisboa y Oporto, y de ahí subir el trazado hasta Vigo, dados los intercambios comerciales y de personas que hay con Galicia”, añade el embajador. También se crearían líneas en otros puntos para unirlos con Salamanca o el corredor de Huelva-Faro. De hecho, este último permitiría en el futuro crear una gran unión entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico.

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