Cómo es “La Raya”, la frontera entre España y Portugal que desafió los siglos sin cambiar de lugar
WASHINGTON.- En el corazón de la Península ibérica existe una línea apenas perceptible que, a lo largo de más de siete siglos, ha resistido el paso del tiempo: La Raya, reconocida como la frontera más antigua de Europa.
Este histórico límite, que separa y a la vez conecta a España y Portugal, se extiende desde el río Miño en Galicia hasta la desembocadura del Guadiana en el Atlántico.
Su permanencia, casi inalterada desde 1267, constituye un símbolo de la historia compartida entre ambos países, según destaca National Geographic.
La singularidad de La Raya no solo radica en su longevidad, sino también en cómo las comunidades la han integrado en sus rutinas diarias. Un ejemplo notable es el de la aldea cacereña de La Fontañera, donde, durante la década de 1950, una familia amplió la cocina de su casa sin darse cuenta de que, al hacerlo, atravesaba la frontera internacional.
Este episodio, narrado en el libro “Historiones de la Geografía” (2025) de Diego González, demuestra cómo, lejos de ser un obstáculo infranqueable, la delimitación ha pasado a formar parte natural de la vida de quienes habitan sus márgenes. En muchas localidades, la frontera se percibe más como un punto de encuentro que como una barrera.
España, que comparte fronteras con Portugal, Francia, Andorra, Marruecos y Gibraltar (Reino Unido), destaca especialmente por la estabilidad y permanencia de La Raya. Desde su origen, esta frontera separó la Corona de Castilla y León del Reino de Portugal.
A excepción de casos aislados, como la mencionada reforma doméstica, su trazado apenas ha variado desde el siglo XIII. Esto contrasta fuertemente con otras fronteras europeas, muchas de las cuales han sido modificadas tras guerras y cambios políticos, según recuerda Historia National Geographic.
El inicio de la estabilidad en la frontera peninsular se remonta al Tratado de Badajoz, firmado en 1267 por Alfonso X de Castilla y Alfonso III de Portugal. Este acuerdo pionero estableció, por primera vez en Europa, una frontera definida entre dos reinos.
Aunque carecía de la precisión cartográfica de hoy, el tratado sentó las bases para la consolidación de límites más claros en los siglos siguientes. A lo largo de la Edad Moderna, ambos estados buscaron perfeccionar esta delimitación, pero fue en 1926 cuando la frontera terrestre quedó definitivamente oficializada.
Fue el Convenio de Límites, firmado en 1926, el que reconoció oficialmente el trazado actual de la frontera, que supera los 1.200 kilómetros. La Raya atraviesa regiones como Castilla y León, Extremadura y Andalucía en España, y Trás-os-Montes, Beira y Alentejo en Portugal.
Este acuerdo consolidó una línea que, en esencia, llevaba siglos existiendo, y aportó certidumbre jurídica a las relaciones entre ambos países.
Hoy en día, La Raya no solo delimita territorios, sino que impulsa un espacio de cooperación transfronteriza y convivencia, reforzando lazos culturales y familiares en toda su extensión.
La influencia de los acuerdos fronterizos entre España y Portugal fue mucho más allá de Europa. En 1494, el Tratado de Tordesillas, avalado por el papa Alejandro VI, dividió el mundo entre ambos reinos.
La línea de demarcación, ubicada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, otorgó a Portugal el control de lo que hoy corresponde a Brasil y a España la mayor parte del continente americano.
Sin embargo, la falta de precisión y la vastedad de los territorios dieron lugar a disputas posteriores.
Este escenario condujo a la firma del Tratado de Madrid en 1750, rubricado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal. El acuerdo reconoció oficialmente el avance portugués hacia el interior de Brasil y sentó las bases para gran parte de las fronteras actuales en América del Sur.
Estos pactos demostraron la capacidad de ambas naciones para negociar y reconfigurar límites con visión duradera, aunque los retos cartográficos fueran considerables.
Comentarios
Publicar un comentario