Siempre nos queda Portugal / Antonio Gallego *
Ahora que la política española cada vez
está más enfangada a medida que el Covid-19 se amortigua y los cainismos
e intransigencias históricas de este país llamado España se repiten,
miremos a Portugal, país pequeño y cercano a nosotros, con el que
tenemos una larga frontera y vínculos históricos desde hace cientos de
años. A pesar de tan profunda historia, siempre nos hemos mirado con
recelo e incluso algunos españoles siguen contemplado a los portugueses
con cierta indiferencia.
Ellos son más modestos que nosotros, pero a su
manera tienen posiblemente más prestigio internacional que España. Han
tenido durante años como presidente de la Comisión Europea a José Manuel
Durão Barroso. En estos momentos tienen como Secretario General de las
Naciones Unidas a António Manuel de Oliveira Guterres y para cerrar el
escenario, el portugués Mário Centeno es el nuevo presidente del
Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) dejando al español Luis de
Guindos con las ganas.
Portugal
también está afectado del Covid-19 pero tuvo la suerte de aprender de
los errores de otros países que lo recibieron antes además de que su
pequeña dimensión hizo más fácil el confinamiento y la gestión. Pero eso
que ya es por sí importante, lo cierto es que el comportamiento de su
clase política nos está dando una gran lección.
Desde el primer momento,
y ya han pasado días, el presidente del principal partido de la
oposición, el conservador Rui Rio ofreció toda la colaboración al
Gobierno, presidido por el socialista António Costa, y declaró en el
Parlamento: "Señor primer ministro, todo lo que podamos le ayudaremos.
Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es
nuestra suerte".
Era fácil de prever que lo que se los venía encima iba a
ser complicado de gestionar como así ha ocurrido en todos los países
que tienen la desgracia de sufrirlo. Se pueden resaltar matices y
diferencias, tanto positivas como negativas, pero esa es cruda la
realidad.
En España todo es más complicado porque el Gobierno se enfrenta no solo a la oposición política de la derecha y extrema derecha, que todo el mundo sabe lo que está haciendo y diciendo, sino también a una estructura de Estado mucho más compleja, el Autonómico, además de contar con territorios y fuerzas independentistas, algunas de las cuales, las catalanas, están comportándose de una manera vergonzosa, aunque no todas al mismo nivel.
No tengo nada claro que la organización actual de España en Autonomías haya servido para funcionar mejor en un tema tan complicado como es esta epidemia. Ha habido demasiado protagonismo, interés de marcar diferencias políticas por todas las partes y en muchos casos se ha levantado demasiado ruido interesado.
Lo estamos de nuevo viendo en la programación del
desconfinamiento que se ve próximo. Cada autonomía quiere su propia
planificación. Por otra parte, todo el mundo mira solo al Ministerio de
Sanidad olvidando que esta competencia y la gestión de las Residencias
de Ancianos es responsabilidad regional desde hace muchos años. Y todos
sabemos lo que ha pasado en dichos centros.
Cada uno pondrá su valoración personal cuando llegue el momento, pero mientras tanto reconforta ver la dignidad, serenidad, honestidad y colaboración que nuestro querido vecino, Portugal, está demostrando en estos momentos de incertidumbres, miedos y tanto dolor humano.
La política de "cuanto peor mejor", que practican algunas formaciones políticas, no es política sino una aberración que nos daña y destruye a todos.
(*) Escritor y musicólogo
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