Así ha conseguido Portugal superar a España en nivel educativo
MADRID.- En los análisis de la educación española, y en su comparación con los
resultados de los países más avanzados de la Unión Europea en esta
materia, ha predominado un discurso políticamente transversal, proclive a
la disculpa o a la autocomplacencia, según publica theconversation.com.
Se ha restado importancia a la posición retrasada de España y se ha
atribuido, con frecuencia, dicha posición a su desventaja socioeconómica
y a su desfase secular en cuanto al nivel de alfabetización de la
población adulta.
Estos razonamientos se han combinado, asimismo, con los avances
notorios experimentados por nuestro país en cuanto a escolarización
desde la instauración de la democracia. Se trata, pues, de argumentos
basados en algunos hechos ciertos –aunque incompletos– que gozan, por
ello, del beneficio político de su aceptabilidad.
La comparación de España con Portugal, en lo concerniente a los
resultados de sus respectivos sistemas educativos, ofrece entre sus
atractivos el de poner a prueba el grado de validez de los anteriores
posicionamientos.
El país vecino ha padecido como nosotros los efectos de una dictadura militar, ha arrastrado un retraso histórico superior al nuestro, dispone de un inferior grado de riqueza medido por el PIB per cápita
y un índice de nivel socioeconómico y cultural más bajo. Y, a pesar de
todas esas desventajas comparativas, Portugal obtiene mejores resultados
que España en la educación escolar.
Es sabido que el impacto de las políticas educativas sobre los
resultados del sistema, en su conjunto, se deja sentir en el medio y
largo plazo; de ahí que, a efectos de comparación –sea de un país
consigo mismo, sea con los demás–, resulte más seguro analizar series
históricas, cuando menos a lo largo de una década.
Se presenta un ejercicio de análisis de ese tipo
sobre dos indicadores relevantes de resultados educativos: el porcentaje
de jóvenes de entre 25 y 34 años de edad que han completado, al menos,
el nivel educativo de la educación secundaria superior y la tasa de abandono educativo temprano, respectivamente.
Resulta de especial interés detenernos en la evolución de la tasa de
abandono educativo temprano cuyo objetivo 2020 se fijó para España hace
una década en el 15 %, frente al 10 % del conjunto de la Unión Europea.
Portugal, al final de este año, habrá logrado el nivel más exigente y
España no habrá conseguido ni tan siquiera ese otro nivel adaptado.
Por otro lado, PISA ha efectuado un análisis
de la evolución del comportamiento de cada país participante entre su
primera oleada (2000) y la última (2018). El diagnóstico de dicha
evolución para España, según la materia considerada –Lectura,
Matemáticas o Ciencias–, es “plana” o “negativa”, mientras que para
Portugal es “positiva” o “constantemente positiva”.
¿Por qué Portugal ha adelantado a España en educación? A la vista de
las evidencias empíricas disponibles, la respuesta más plausible a dicha
pregunta es: por el grado de consistencia y de acierto de sus
políticas.
Por ejemplo, en el año 2012 el gobierno de Aníbal Cavaco Silva amplió
la obligatoriedad de la enseñanza a un periodo de 12 años (6-18 años).
Por sus efectos masivos, por su impulso ecualizador de los territorios y
por su naturaleza de política de Estado es altamente probable que
algunos de los resultados analizados más arriba estén vinculados a esa
decisión alineada, en su momento, con una recomendación genérica del Parlamento Europeo.
La OCDE, a propósito de su análisis experto sobre la reforma que ha
puesto en marcha Portugal para rediseñar sus currículos, efectúa la
siguiente valoración sobre la educación portuguesa: “Portugal ha adoptado un enfoque estratégico sólido para la reforma educativa”.
“El país comenzó el proceso concibiendo los resultados que el sistema
educativo debería buscar para sus alumnos, basándose en evidencias
sobre las condiciones propias del contexto del siglo XXI. Formuló estos objetivos en un plan estratégico coherente.
Portugal ha logrado un acuerdo general sobre sus planes de reforma a
través de consultas, debates y comunicaciones cuidadosas que han sido
bien gestionadas y exitosas. Al buscar el asesoramiento de expertos, las
aportaciones de los actores y la comunicación y el debate abiertos, el
país ha invertido en la continuidad del plan de reforma por parte de los
futuros gobiernos. Y parece estar abierto a la retroalimentación y al
aprendizaje de las lecciones derivadas de las evidencias que han surgido sobre sus éxitos y sus debilidades”.
Más allá de las políticas concretas, hay un rasgo muy general del caso
portugués que cabe inferir de lo anterior y que explicaría todo lo
demás. Y es, pura y simplemente, la calidad de la gobernanza del sistema educativo. Eso es también lo que, particularmente en esta nueva era del coronavirus, España debería ser capaz de lograr .
Comentarios
Publicar un comentario