Eurociudades ibéricas como botones transfronterizos


BADAJOZ.- España y Portugal son países vecinos (prácticamente hermanos) separados por una de las fronteras más antiguas del mundo (Tratado de Alcañices, 1297) que se extiende a lo largo de 1.234 Kms. Así se mantuvo hasta que en 1986, con la adhesión conjunta a la entonces Comunidad Europea, que nos obligó a ser 'amigos', a juicio de los profesores-doctores Julián Mora y Alexandre Castanho, especialistas respectivamente en Ordenación del Territorio y Ecología y lo escriben en el diario Hoy.

Un tiempo después empezaron a formalizarse contactos oficiales de cooperación entre regiones fronterizas (Extremadura, Alentejo y Centro fueron pioneras) y más adelante se pasó a los convenios entre interterritoriales a ambos lados de la raya. De este modo surgen las denominadas 'eurociudades' a través de protocolos establecidos entre núcleos, geográficamente próximos y con un pasado histórico común, si bien, muchas veces dispar a uno y otro lado de la línea espacialmente trazadas. Estos convenios, también pretenden superar una frontera mental, más complicada que la de carácter político-administrativa.
El Consejo de Europa lleva alentando, casi desde su creación, la cooperación entre entidades territoriales para conseguir una revalorización y mayor desarrollo de las regiones fronterizas, así como la búsqueda de estrategias conjuntas de desarrollo regional y urbano, con la implementación de infraestructuras locales y ambientales. 
Redunda en ello durante la Conferencia de Ministros responsables de gobierno local y regional (Utrecht, 2009), que persigue la constitución de 'Agrupaciones Eurorregionales de Cooperación'.
Pues bien, para fomentar ese tipo de acuerdos entre las entidades sub-estatales se firma en Valencia el Tratado entre el Reino de España y la República Portuguesa de Cooperación Transfronteriza (2002), lo que ha permitido dar sustento jurídico a numerosas iniciativas tendentes a una mayor permeabilización de actividades políticas, empresariales, culturales, etc.
El principio y fin de todo ello, en el caso de las Eurociudades, se basa en la necesidad de recursos, desarrollando sinergias con el propósito de una dinamización y desarrollo sostenible conjunto, inclusive con la ambición de constituirse a largo plazo en una sola ciudad y un único gobierno. De hecho en la última década se han establecido en el territorio ibérico diferentes proyectos entre ciudades de ambos estados.
No obstante, las experiencias contienen matices distintos en las Eurociudades Ibéricas de Chaves-Verín, Tuy-Valença y Elvas-Badajoz-Campo-Maior, donde se puede verificar que la jerarquía y el tamaño de la población presentan diferencias significativas entre las citadas ciudades, excepto en el caso de Tuy -Valença, donde las cifras poblacionales y sus dinámicas sociales son más similares. 
Indicador, que puede conducir a la discusión de las disimilitudes en el grado de dependencia de una aglomeración urbana en relación con la otra; es decir, el núcleo más pequeño es más dependiente de la aglomeración con mayor dimensión poblacional.
Las distancias entre ciudades, en términos generales, se consideran de poca relevancia, dado que son cortas, sin embargo, los niveles de accesibilidad y conectividad entre esos núcleos ya representan un factor crítico para el éxito y la sostenibilidad territorial, demostrándose que tiene un impacto negativo en los núcleos urbanos considerados, principalmente en la Eurociudad Badajoz-Elvas- Campo-Maior, donde, aunque existen infraestructuras, no hay transporte público coordinado entre ellas para facilitar la cooperación.
Las estrategias territoriales, asimismo, desempeñan un papel crucial en el desarrollo y la sostenibilidad de las regiones, no solo por su filosofía de mayor o menor enfoque en la sostenibilidad: social, económica y ambiental, sino también por la cantidad de fondos asignados a cada actuación y, en consecuencia, la forma en que los decisores y los actores políticos invierten estos fondos, lo que implica un compromiso mutuo y la transparencia política en relación con tales proyectos.
De acuerdo con el análisis de las percepciones públicas de los residentes de estas eurociudades, se constataron los mejores resultados con respecto al factor compromiso y la transparencia política en la eurociudad Chaves-Verín, de acuerdo con indicadores tales como tipología fronteriza, idioma y moneda que ya no son significativos para el desarrollo territorial sostenible, según estudios académicos realizados hasta entonces. 
En la dirección opuesta, se identifican los valores del PIB/per cápita y sus altas oscilaciones entre Portugal y España, lo que representa un alto desequilibrio económico y social dentro de los proyectos de cooperación, lo que conlleva una dificultad para alcanzar la sostenibilidad.
En lo relativo a la eurociudad Elvas-Badajoz-Campomaior, cabe significar que la iniciativa se fundamentó en la adquisición de una nueva dimensión estructural transfronteriza de las tres aglomeraciones, con un marketing que la diera mayor visibilidad en Europa. 
Por ello se diseñaron como fines el fortalecimiento del compromiso político de cooperación mediante la promoción y creación de economías de escala (la Plataforma Logística del suroeste es uno de los pilares), además de compartir equipamientos públicos sanitarios y educativos para proporcionar un impacto positivo, inmediato y «visible» en estas zonas fronterizas y periféricas.
Consiguientemente, estimamos que las eurociudades son una apuesta transfronteriza cuyo papel, a modo de botones, es abrochar las dos piezas político-administrativas del espacio ibérico.

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