Aristides de Sousa Mendes, el diplomático portugués, será honrado con un monumento en Lisboa


LISBOA.- Aristides de Sousa Mendes, un diplomático portugués que salvó a cientos de judíos durante el Holocausto, será reconocido con un monumento en un sitio en Lisboa que reconoce a las grandes figuras del país. 
 
El parlamento decretó el honor por unanimidad a principios de este mes en la Asamblea Nacional en la capital de Portugal. El monumento estará en el Panteón Nacional, una antigua iglesia.
“Aristides Sousa Mendes, como heroica figura histórica, es parte del patrimonio nacional de Portugal”, dice la resolución. “Un legado moral para todos, su herencia es para toda la sociedad civil y, sobre todo, un ejemplo virtuoso para las generaciones futuras”.
En 1940, Mendes se desempeñó como cónsul en Burdeos, Francia, donde otorgó visas a los refugiados que huían del avance nazi. Se estima que salvó a 30.000 personas, incluidos 10.000 judíos.
Después de sus acciones en Burdeos, una ciudad ubicada a solo 194 millas al norte de la frontera de Francia con España y la península Ibérica, Mendes fue suspendido del servicio diplomático de Portugal, bajo la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar.
Sin embargo, Mendes fue revindicado de manera póstuma y reconocido como Justo entre las Naciones, un título conferido en nombre del Estado de Israel por el museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén a los no judíos que arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante el Holocausto.
Mendes, quien murió en 1954, fue el primer diplomático en recibir el título, de manera póstuma en 1966.
Ha recibido varios honores en su Portugal natal, incluso por la aerolínea nacional TAP, que en 2014 bautizó un avión en su honor.

¿Quién era este hombre? 

Aristides de Sousa Mendes (Cabanas de Viriato, municipio de Carregal do Sal, distrito de Viseu, 19 de julio de 1885-Lisboa, 3 de abril de 1954) fue un cónsul portugués. Entre el 16 y el 23 de junio de 1940, expidió visados portugueses de forma frenética e indiscriminada en los primeros días de la invasión de Francia por la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
El número de visas otorgadas por Sousa Mendes sigue siendo un número controvertido. Según algunos periódicos, Arístides de Sousa Mendes habrá salvado 30.000 personas del holocausto. Pero según el historiador de la Yad Vashem, Avraham Milgram, en un estudio publicado en 1999 por el Shoah Resource Center, International School for Holocaust Studies, la diferencia entre el mito de los 30 000 y la realidad es grande.
Tras su muerte, fue reconocido en 1966 como Justo entre las Naciones por el Estado de Israel. Pero los historiadores Avraham Milgam e Douglas Wheeler comparten la opinión de que la literatura popular siempre intentó comparar a Sousa Mendes con otras personalidades como es el caso de Raoul Wallenberg.
Un ejemplo es el libro “Aristides de Sousa Mendes, o "Wallenberg Português" de Rui Afonso, pero estos historiadores afirman que aunque Sousa Mendes y Wallenberg hayan sido ambos diplomáticos en lo demás tienen muy poco en común. Sousa Mendes no arriesgó su vida.
Aristides de Sousa Mendes pertenecía a una familia aristocrática, católica, conservadora y monárquica. Su padre José de Sousa Mendes era juez.
Después de licenciarse en Derecho por la Universidad de Coimbra, en el año 1907 Aristides se mudó a Lisboa, al igual que su hermano gemelo César, quien llegaría a ser ministro bajo el régimen de Salazar.
En 1910 Aristides contrajo matrimonio con su amor de juventud, Angelina; con ella tendrá 14 hijos nacidos en los distintos países en los que Sousa Mendes estuvo destinado. Poco tiempo después comenzó su carrera consular (en Portugal, en esa época, el servicio diplomático y el consular constituían carreras o actividades separadas) desempeñando su labor en diversas delegaciones consulares portuguesas de Zanzíbar, Brasil o Estados Unidos de América.
Sousa Mendes tuvo una carrera algo problemática enfrentando problemas disciplinares con varios regímenes políticos. Estuvo incurso en varios procesos disciplinarios por abuso de dinero público (para su uso personal), por abandonar su puesto de cónsul sin pedir autorización. En 1917 abandonó su puesto de cónsul sin tener autorización.
En 1919, en Brasil, fue acusado por comportamiento anti-republicano y terminó siendo suspendido por dos años.
En 1923, en California, se envolvió en una violenta pelea con la comunidad portuguesa local. Aristides, ilegalmente, exigió a los notarios portugueses que contribuyeran para un fondo asistencial, estos se recusaron y Aristides les impidió de trabajar mas como notarios. ​ Se siguió un enfrentamiento público en los periódicos y Aristides terminó siendo expulsado de los Estados Unidos por el gobierno americano, por comportamiento y declaraciones anti-demócratas.
En 1928, Aristides, apoya la dictadura militar y es colocado en Vigo, donde se dedica a perseguir a los refugiados políticos portugueses. En 1929 escribe al Ministerio de Asuntos Exteriores vanagloriándose de ser él la persona ideal “para vigilar y aniquilar las maniobras conspiratorias contra la dictadura por parte de los emigrados políticos” y elogiando su trabajo de persecución política a los refugiados. En esa misma carta Aristides pide ser colocado en Amberes, lo que le es concedido.​
En 1929 fue nombrado Cónsul en Amberes, cargo que ocupó hasta 1938. Su empeño en la promoción de Portugal no pasó desapercibido. Leopoldo III de Bélgica le condecoró en dos ocasiones como oficial de la Orden de Leopoldo y comendador de la Orden de la Corona, la más alta condecoración belga.
Tras pasar casi diez años de servicio en Bélgica, Salazar, presidente del Consejo y ministro de negócios estrangeiros (el equivalente a Asuntos Exteriores en España), nombró a Sousa Mendes cónsul en Burdeos, Francia.
Sousa Mendes jamás supo manejar su presupuesto personal. Creía que controlar gastos no estaba de acuerdo con su condición de aristócrata. En 1928, 1932 y 1938 reincide en la utilización de dineros del consulado para uso personal y vuelve a ser reprendido. En 1935 también es reprendido por declaraciones públicas consideradas inconvenientes.​

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el 3 de septiembre de 1939, Arístides se encontraba en Burdeos desarrollando su labor como cónsul.
El periodo que se siguió quedó conocido como la Guerra de broma. La guerra es declarada el 3 de septiembre de 1939 pero no hay guerra. Las hostilidades sólo empezaran mucho más tarde con la invasión alemana de Francia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo el 10 de mayo de 1940.
Portugal se declaró país neutral, pero su tendencia fue desde el inicio pro-aliada. Copiando las políticas restrictivas de emigración ya adoptadas por los demás países europeos António de Oliveira Salazar distribuye la Circular 14 determinando que para los casos especiales de apátridas, los portadores de Pasaporte Nansen, los rusos y los judíos expulsados de sus países, los cónsules portugueses solo pueden conceder visados después de haber pedido autorización al Ministerio.
En los demás casos, los cónsules podían seguir otorgando visados. El objetivo era evitar la entrada de agitadores políticos, infiltrados y apátridas.
Aristides de Sousa Mendes hizo caso omiso a las órdenes de su Gobierno y empezó a otorgar algunos visados durante la guerra de broma. Un primer visado a un profesor austriaco, en noviembre de 1939 y un segundo a un comunista español, en marzo de 1940.​
En febrero de 1940 Arístides se enamora de la francesa Andrée Cibial, 20 años más joven que él. Andrée queda embarazada de Aristides, lo que le genera un problema familiar grande.
Más tarde, el 30 de mayo de 1940, Aristides va más allá de la desobediencia y falsifica el pasaporte de un desertor luxemburgués que quiere escaparse al frente de combate. El desertor tiene miedo de ser detenido por las autoridades francesas al intentar cruzar la frontera con España y Aristides le soluciona el problema dándole un pasaporte portugués, falso.
La falsificación de pasaporte es un crimen grave y Aristides se arriesga a cinco años de cárcel y expulsión de la carrera.​
En los primeros días de junio con el avance de las tropas alemanas, cientos de millares de franceses y belgas se dan a la fuga. Es el éxodo de toda una población expulsada de sus hogares por un pánico sin medida. Por todos los caminos de Francia el desordenado éxodo de la población civil, que huye hacia el sur, se mezcla con la retirada del Ejército, provocando indescriptibles escenas de desorden y confusión.
En este ambiente de pánico, y con su amante francesa causando escándalos en el consulado al punto de ser encarcelada,​ Aristides entra en depresión y se encierra tres días en su habitación, tumbado en su cama.
El 16 de junio, un domingo, Aristides sale de su habitación y emite 40 visados cobrando tarifas adicionales que, por ser un domingo, él tiene el derecho a recibir. Entre los que reciben visados está la familia Rothschild.
El 17 de junio sale de su habitación, y decide entregar un visado a todo aquel que se lo pida, sin hacer preguntas ni preocuparse con la posibilidad de estar pasando visados a personas peligrosas o indeseables.
Con la ayuda de sus hijos y sobrinos así como con la del rabino de Amberes, Jacob Kruger, se dedicó a expedir pasaportes y firmar visados ininterrumpidamente. Al recibir quejas desde Lisboa dijo: Si hay que desobedecer, prefiero que sea a una orden de los hombres que a una orden de Dios.
En estos momentos constituía una amenaza palpable para Portugal que las tropas alemanas cruzaran los Pirineos para tomar Gibraltar y, posiblemente, las costas atlánticas de Portugal, sin que España se opusiera a ello o con su apoyo como aliado.
El 20 de junio de 1940, la Embajada británica en Lisboa envía una nota al Ministerio de Asuntos Exteriores portugués quejándose que el cónsul portugués en Burdeos estaba retrasando deliberadamente la concesión de visados a los ciudadanos británicos con el objetivo de poder cobrarles tasas adicionales por realizar trabajo durante horarios extraordinarios (en esta época, parte del salario de los cónsules resultaba de un porcentaje de las tasas cobradas).
Los británicos también se quejaban de que en por lo menos una ocasión, Sousa Mendes también había exigido una contribución especial para una institución de caridad. No era la primera vez que Aristides era acusado de exigir contribuciones irregulares y sospechosas. La primera vez había ocurrido en 1923, cuando Sousa Mendes fue expulsado de Estados Unidos.
También el escritor americano, Eugene Bagger, cuenta en sus memorias que el 18 de junio de 1940 el cónsul español lo recibió en el mismo minuto pero que para conseguir un visado portugués estuvo horas haciendo cola a la puerta del consulado portugués y después de haber desistido de esperar más se fue al Hotel “Esplendid” donde para su sorpresa estaba Sousa Mendes tranquilamente tomándose un aperitivo con un amigo.​
A pesar de que Salazar tomó medidas contra el cónsul rebelde, Sousa Mendes continuó su actividad en Bayona entre los días 20 y 23 de junio de 1940 en presencia del vice-cónsul y de dos funcionarios de Salazar que nada pudieron hacer para parar la concesión de visados.
El 23 de junio Salazar le cesará de su cargo de cónsul, pero Aristides, lejos de cejar en su empeño, continuó emitiendo visados a todos los que se encontraba de camino a Hendaya. Durante todo ese proceso recibió la colaboración del diplomático español Eduardo Propper de Callejón, también reconocido tras su muerte como Justo entre las Naciones, que proporcionó los visados para el paso por España.
Salazar envió varios funcionarios a recoger a Aristides. Sin embargo, Sousa Mendes logra cruzar la frontera francesa junto con otros refugiados y llega a España. Debido a las deficientes comunicaciones, los guardias de la aduana española no habían sido avisados por Madrid de cerrar la frontera y no tuvieron más remedio que dejar pasar a todos los refugiados que acompañaban al antiguo cónsul en dirección a Portugal.

Regreso a Portugal

Al regresar a Portugal, Aristides de Sousa Mendes sufrió una sanción ligera. Se reconoció que los visados que Aristides otorgó de manera indiscriminada en los momentos de pánico, en junio de 1940, fueron otorgados en una situación emocionalmente excepcional y disculpable, pero los visados otorgados durante el periodo de la "guerra rara" no tenían justificación posible.
Los dos crímenes más graves fueron perdonados. El crimen de falsificación de documentos, cuya sanción seria cinco años de cárcel, fue olvidado y la queja de la Embajada británica no fue investigada. Como sanción, su salario fue reducido a mitad por el periodo de un año.
Salazar fue y sigue siendo acusado de haber expulsado ignominiosamente a Aristides de Sousa Mendes del servicio público y haberlo privado de sus libertades civiles, quedando reducido a una notoria pobreza, siendo asistido de caridad por la comunidad judía de Lisboa, hasta su fallecimiento en 1954.
Pero en realidad Aristides de Sousa Mendes no fue expulsado y siguió recibiendo su sueldo de Cónsul, durante 14 años, hasta el día de su fallecimiento.
Su mujer Angelina murió en 1948. En ese mismo año Aristides se casa con Andrée Cibial su amante desde los tiempos de Burdeos. Su hija ilegítima, Marie-Rose, siguió viviendo en Francia con sus tíos franceses.
Los hermanos y los hijos de Sousa Mendes no aprueban su boda con la amante francesa de toda la vida y se enemistan con él. Andrée Cibial fue una mujer gastadora y esto llevó a que Sousa Mendes empezara a endeudarse, acabando en la ruina.
Sousa Mendes murió olvidado el 3 de abril de 1954 en el hospital privado de los franciscanos en Lisboa. Fue enterrado con una túnica franciscana.

Portugal y los refugiados

Portugal, en condiciones muy difíciles, consiguió mantenerse neutral en la guerra, posibilitando la fuga a través de su territorio a cientos de miles de refugiados. Salazar antes de la guerra condenó las políticas anti-semitas nazis y desde el inicio de la guerra autorizó que las organizaciones judías de ayuda a la inmigración, como la HIAS y la HICEM se establecieran en Lisboa.
Las ciudades termales de Estoril, Ericeira, Figueira da Foz y Caldas da Rainha, con sus grandes hoteles, acogieron miles de refugiados. Bajo el comando personal y directo de Salazar, se ejecutaron las operaciones de los trenes de Leite Pinto y las de los diplomáticos portugueses en Hungría, Sampaio Garrido y Teixeira Branquinho.
En total se estima que aproximadamente más de un millón de personas pudo beneficiarse de la neutralidad de Portugal durante la guerra.
Muchos otros cónsules concedieron visados desobedeciendo a las reglas impuestas por Salazar. En otros casos los cónsules actuaron bajo las órdenes de Salazar.
Teixeira Branquinho, encargado de negocios en Hungría, otorgó asilo a decenas de judíos en las dependencias de la embajada, coordinado con el embajador Sampaio Garrido, con autorización de Salazar, brindó defensa consular a judíos conectados con Portugal. En total otorgó cerca de 1.000 certificados de protección portuguesa.
También el embajador portugués en España, Pedro Teotónio Pereira tuvo un papel determinante al ayudar a que aproximadamente 16.000 franceses, en edad militar, se escaparan por territorio portugués para juntarse a los ejércitos aliados en el Norte de África.

Personas ilustres salvadas

Un elevado porcentaje de las personas que recibieron visados de Aristides eran personas ricas y famosas.

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