Portugal nacionaliza la aerolínea TAP debido al cese de actividad
LISBOA.- El
Gobierno socialista portugués ha decidido nacionalizar TAP, la aerolínea
de bandera, que se halla entre la espada y la pared a causa del cese de
actividad por el coronavirus. El 45% de la compañía permanece en manos
privadas, a cargo del consorcio luso-brasileño Atlantic Gateway,
encabezado por el magnate David Neeleman y por el empresario local
Humberto Pedrosa, ambos responsables de la negociación con Lisboa.
Como
las conversaciones no han llegado a buen puerto y no se ha producido
ningún acuerdo en torno a la oferta de un préstamo por valor de 1,2 mil
millones de euros, la situación desemboca en que el Ejecutivo de Antonio
Costa remite el diploma de nacionalización a la presidencia del Consejo
de Ministros.
Neeleman, cuya gestión lleva meses en entredicho en
Portugal, no aceptó las condiciones que defendía el Gobierno y su lugar
queda muy tocado porque, al rechazar la propuesta gubernamental, se
arriesga a ser apartado de la dirección por los propietarios estatales,
con ligera mayoría en el reparto de papeles. No sucede lo mismo con
Pedrosa, quien detenta varios negocios relacionados con el transporte en
el área de Oporto.
Las
primeras reacciones oficiales no se han hecho esperar y el ministro de
Infraestructuras, Pedro Nuno Santos, se apresuró a declarar: “TAP es
demasiado importante como para que el país pudiera permitirse el lujo de
perder la compañía”.
En realidad, las tensiones internas llevan
manifestándose desde que la dirección de la firma se renovó con la
presencia de Antonoaldo Neves, un hombre de confianza del polémico David
Neeleman, dueño de dos aerolíneas de bajo coste: la brasileña Azul y la
estadounidense JetBlue.
Hasta que él entró en el accionariado, la
empresa era la única europea 100% pública que surcaba los cielos, pero
354 millones de euros y la asociación con Humberto Pedrosa hicieron que
se adaptase a los nuevos tiempos colocándose en manos privadas (no todo
el capital, sino el 45%, pues el 50% ha continuado siendo propiedad del
Estado luso y el restante 5% está en manos de los propios trabajadores).
TAP
se ha quedado a las puertas de instaurar sendos puentes aéreos:
Lisboa-Madrid y Oporto-Madrid, cuya inauguración se interrumpió por la
pandemia y sus terribles consecuencias, tanto sanitarias como
económicas.
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