El blindaje fronterizo hispano-luso, un mazazo económico y psicológico para La Raya


VILAR FORMOSO/FUENTES DE OÑORO.- Concepção y José, vecinos de Vilar Formoso, cruzaron ayer por última vez La Raya, paso fronterizo entre España y Portugal, para comprar fruta en la tienda española de Montse, en Fuentes de Oñoro. Reconocen que la situación está cada vez más complicada y no saben cuándo volverán a España. Hoy se blindan las fronteras. La decisión conlleva importantes consecuencias, tanto económicas como psicológicas, a ambos lados. 

Montserrat Valentín, la dueña de la tienda, ubicada en suelo español, justo en el paso fronterizo de Fuentes de Oñoro a Vilar Formoso, asegura que "el 70 % de los clientes son portugueses", así que "es imposible mantener un negocio con la frontera cerrada". 

A partir de hoy, como ya ocurriera entre el 17 de marzo y el 1 de julio del año pasado, el Gobierno de Portugal prohibe cruzar la frontera terrestre a los habitantes lusos, que no pueden salir del país por ninguna vía salvo contadas excepciones, como el transporte de mercancías y los trabajadores transfronterizos. También se repondrán los controles a lo largo de toda la frontera, que sólo se podrá cruzar, si está justificado, por los pasos autorizados.  

Es un duro golpe para la economía de todas las zonas de la Raya ibérica, a lo largo de los más de 1.200 kilómetros fronterizos que hay entre los dos países. Prueba de los fuertes lazos comerciales que existen entre los vecinos de La Raya es que "en los dos últimos días han venido muchos portugueses a hacer la compra", argumenta Montserrat.

"Yo no sé por qué cierran la frontera, nos hacen falta ellos a nosotros y nosotros a ellos", insiste la empresaria. "Esto se muere, el comercio va a quedar muy tocado, porque a ver quién aguanta esto", afirma con resignación.

Francisco Javier Hernández, con una empresa de congelados desde hace 27 años en la frontera de Fuentes de Oñoro y Vilar Formoso, reconoce que nunca había vivido una situación tan "complicada".

 "Mi distribución de pescado y marisco la tengo parada, prácticamente, desde el mes de marzo y no hay manera de que esto arranque y ahora otra vez volvemos a irnos para atrás", lamenta el empresario español.

"Pudimos salvar los muebles en verano, pero ya estamos muy cansados psicológicamente, porque es una situación muy difícil de llevar, todos los días te levantas muy desanimado y no sabes qué va a pasar. Y, sobre todo, difícil de llevar", lamenta.

Fernando Pedroso, vecino jubilado de Vilar Formoso, también se ha apresurado para acudir a España y llenar el depósito de combustible de su vehículo, ya que es 25 céntimos más barato cada litro. "Cuando se me acabe, pues tendré que repostar en Portugal, no queda otra", asegura con resignación. 

"Para mí, muy mal que se cierre la frontera, podía estar abierta, por lo menos, para las personas de la zona, no debería de cerrarse, yo compro mucho y toda la gente de Vilar Formoso compramos en España".  

"Espero que luego abra otra vez", exclama Fernando, mientras se despide de las gentes de Fuentes de Oñoro.

Carlos Marques, dueño del Hotel Lusitano, un referente de esta zona fronteriza, reconoce que "el cierre de la frontera es una pérdida muy grande", mientras que califica de "catastrófica" la situación en la que se encuentra Portugal.

La Raya que forman Vilar Formoso y Fuentes de Oñoro es "una familia toda unida", explica Marques, aunque "a veces sucede que una línea nos separa, desgraciadamente". 

"Hemos mantenido el hotel abierto, por si surge algo, pero la cosa pinta mal", asegura. 

Entre las pocas personas que aún se ven deambulando por la zona fronteriza está la portuguesa Cándida Lopes, que ha salido a pasear su perra por Vilar Formoso. "Estamos mal con este problema, mi tienda está cerrada, todo está cerrado, no se puede entrar a España y si queremos una cosa de allí ya no se puede. Estamos mal", afirma.

A partir de este domingo, 31 de enero, los portugueses sólo podrán cruzar la frontera para el transporte de mercancías, por motivos sanitarios o si se trata de trabajadores transfronterizos, además de casos de residencia legal en el extranjero y reunificación familiar.  

Mientras tanto, las gentes de La Raya no aguantan más y su economía ya no resiste. Para todos, este blindaje es un mazazo psicológico, porque aún no se habían recuperado del cierre fronterizo que hubo entre marzo y julio de 2020.

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