Los brotes de coronavirus en Lisboa interrumpen el optimismo en Portugal
LISBOA.- Los brotes de coronavirus detectados en la periferia de Lisboa han
interrumpido la buena tendencia de Portugal, elogiado internacionalmente
en el inicio de la pandemia pero cuyo número de nuevos casos por millón
de habitantes es en los últimos días el segundo mayor de la Unión
Europea, solo superado por Suecia.
Así lo reflejan los datos recopilados en una plataforma desarrollada
por la facultad de Medicina de la Universidad de Oporto, que recogió
información reportada por los países al Centro Europeo de Control y
Prevención de Enfermedades.
Según
estos datos, en la quincena que terminó el pasado día 9 Portugal fue el
segundo país de la UE con más casos nuevos por millón de habitantes.
Además, tomando como referencia los datos reportados en los últimos
siete días -con una media de 316 casos diarios en un país de 10 millones
de habitantes- se observa que la curva lusa va en ascenso, algo que
solo ocurre también en Suecia y Polonia, mientras el resto del club
comunitario está en plano o desciende.
Las autoridades insisten en que el aumento de tests explica la subida de las cifras, aunque expertos cuestionan esta versión.
“Si vamos a ver el número de tests, la variabilidad no es tan grande.
Habrá una parte que tiene que ver con los rastreos, pero hay una parte
relevante que no, son enfermos identificados”, afirmó el presidente de
la Asociación Nacional de los Médicos de Salud Pública, Ricardo Mexia,
en declaraciones al rotativo luso Diário de Notícias.
Mexia sostiene que los datos de la región de Lisboa y Valle del Tajo
son “preocupantes” y que “es fundamental seguir la evolución de los
próximos días para decidir en qué sentido vamos”.
“¿Comprendemos todos que la pandemia no ha acabado y estamos lejos
del fin de la crisis?”, se preguntó el presidente de Portugal, Marcelo
Rebelo de Sousa, en un discurso con motivo del día nacional, el pasado
10 de junio, cuando subrayó que Portugal “no puede fingir que no existió
o no existe la pandemia”.
Aquella jornada era un festivo que, al juntarse al día siguiente con
el Corpus, abrió un largo puente para muchos portugueses, listos para
desplazarse en coche y también para acudir a las playas, donde la
temporada de baño comenzó oficialmente el pasado día 6 con medidas de
seguridad basadas en la distancia social.
A saber: 1,5 metros entre bañistas, 3 metros entre sombrillas y
toldos y desinfección obligatoria de las manos a su llegada a la arena.
El puente también colindaba con el clímax de las fiestas populares de
Lisboa, los días 12 y 13, en los que se celebran multitudinarias
verbenas en las calles, este año prohibidas por las autoridades para
evitar aglomeraciones que pudieran empeorar la situación en la región.
Y por ello se han repetido las advertencias de las autoridades
sanitarias, que recuerdan que el riesgo no ha desaparecido,
especialmente a los jóvenes, el segmento de población más afectado por
los brotes de la periferia de Lisboa, que según el Gobierno afectan
sobre todo a trabajadores de empleo temporal y del sector de la
construcción civil.
Ello explica que los números de decesos por Covid sigan descendiendo
en Portugal, en los últimos días inferiores a 10 muertes diarias, dado
que, como recuerda Mexía, la mortalidad por Covid es más elevada en la
tercera edad.
Con Portugal en la tercera y última fase de desescalada desde el 1 de
junio, Lisboa era una excepción que mantenía cerrados centros
comerciales y los restaurantes con una limitación de ocupación a un 50%.
Una de las fechas marcadas en rojo es el 1 de julio, cuando se reabrirá la frontera con España.
También podría entonces incrementarse la recepción de turistas que
lleguen en avión, dado que será entonces cuando concluya -si no se
establece una nueva prórroga- la limitaciones impuestas al tráfico
aéreo.
Dichas restricciones dejan como únicos trayectos posibles los
realizados dentro de la Unión Europea (salvo España e Italia), a países
lusófonos y Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Venezuela y Sudáfrica.
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